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Seminario «Modernización de la Ley de Bancos: Desafíos y Nueva Institucionalidad».

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Santiago.- Los desafíos que vienen para la banca y las autoridades regulatorias del sector, por la puesta en marcha de la nueva Ley de Bancos, fueron abordados ayer en un seminario organizado por el Centro de Derecho Regulatorio y Empresa de la UDD.

El fiscal de la Asociación de Bancos, Juan Esteban Laval, dio a conocer en la cita que los requerimientos adicionales de capital por la actualización de la legislación bancaria podrían alcanzar desde los USS 4.613 millones hasta los USS 27.549 millones.

De acuerdo al marco legal, una vez que la Comisión para el Mer cado Financiero (CMF) integre a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) -hecho que sucederá el 1 de junio de este año- el regulador tiene un plazo de hasta 18 meses para aplicar los estándares de Basilea III.

Frente a este escenario, Laval planteó que “todo el período de implementación, para la banca no es irrelevante cómo se haga.Porque si se hace de una manera inapropiada, puede significar grandes cantidades de dinero con todos los efectos que eso tiene para la economía”.

La vicepresidenta de la CMF, Rosario Celedón, detalló que son 16 puntos que deberá definir la entidad, una vez que sea absorbido el regulador bancario, respecto a poner en marcha los nuevos requerimientos de capital.

Celedón dijo que “nosotros a partir de junio podemos empezar a definir un calendario” sobre los procesos de consulta pública que harála CMF para incorporar Basilea MI a la banca.

Cabe recordar que el superintendente de Bancos, Mario Farren, señaló en entrevista con DF que ya están listos los planes normativos para Basilea III y que la CMF podría poner en consulta tan pronto estimaran.

Secreto y reserva Uno de los temas que prolongó la tramitación de la Ley de Bancos en el Congreso fue el secreto y la reserva bancaria.Elemento respec to del cual oposición y oficialismo llegaron a un acuerdo, pero que luego el Tribunal Constitucional modificó, requiriendo que el Servicio de Impuestos Internos requiera autorización judicial para acceder a información bancaria de un contribuyente.

Elabogadoy socio de Carey, Diego Peralta, indicó que el secreto y la reserva bancaria “es una práctica que haido a la retirada en la banca internacional”.No solo ello, sino que manifestó que “la OCDE nos va a pasar la cuenta tarde o temprano sobre el secreto y la reserva bancaria”.

Mientras, Celedón apuntó a que “si queremos ser un centro finan ciero regional tenemos que tomarnos bien en serio y alinearnos con los estándares internacionales”.

Ley de Pesca: los cambios regulatorios no son gratis.

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Frente a Frente “Ley de Pesca: los cambios regulatorios no son gratis” de Camila Boettiger, Directora del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa UDD. Publicada el Sábado 19 de enero en el La Tercera.

«Ley de Pesca: los cambios regulatorios no son gratis

La pesca industrial parece vivir en una permanente revisión regulatoria. El gobierno está tramitando un proyecto de ley para modificar el sistema de asignación de cuotas de la pesca industrial (Boletín 11.704-25), que ha causado inquietud en el sector. La última modificación a la Ley que regula esta actividad, en 2013, creó dos tipos de licencias de pesca: las clase A, que corresponden a aquellas que habían sido otorgadas bajo la legislación anterior, con cuotas máximas de captura históricas; pasaron a tener un plazo de 20 años, con un sistema de renovación simple: basta con no incumplir ciertas obligaciones, especificadas en la Ley, para renovarla. En cambio, las nuevas licencias, las clase B, no tienen posibilidad de renovación; éstas expiran por el cumplimiento de su plazo y se vuelve a subastar la cuota.

El proyecto de ley en comento busca eliminar la posibilidad de renovación de las licencias de pesca clase A, para que una vez que se cumplan los 20 años de plazo de las mismas, estas cuotas de captura pasen al sistema de subastas. De acuerdo al artículo 2° transitorio propuesto, las licencias clase A actuales simplemente perderán su posibilidad de renovación, pasando a ser de plazo fijo, lo que cambia sustancialmente una de las características esenciales de la concesión otorgada.

Dos cuestionamientos pueden hacerse a esta propuesta. Uno, sobre la bondad del sistema propuesto, esto es, si el sistema de subastas efectivamente garantiza una explotación sustentable de los recursos pesqueros y si se dará en un mercado con alta competencia (lo que fue cuestionado por el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en Rol ERN 12-10). El segundo tiene que ver con el nuevo cambio de las reglas del juego para los actores de la industria pesquera, que podrían alegar la afectación de derechos adquiridos sobre sus licencias al impedirles su renovación.

En ese tipo de recursos de uso común, el acceso abierto lleva a lo que se conoce en economía como la “tragedia de los comunes”, que en la pesca lleva a la clásica “carrera olímpica”. Cuando el Estado otorga una concesión para aprovechar recursos que tiene bajo su tutela -porque no son estatales, sino que son comunes o públicos, como los recursos hidrobiológicos- está dándole una preferencia, un derecho a un particular por sobre otros, con el interés público que estos recursos se utilicen eficientemente y también tutelar su conservación; por eso son concesiones, temporales o indefinidas, renovables o no, caducables o no; el regulador elige un modelo y los titulares las conocen de antemano. Ahora bien, cuando la autoridad ha entregado, a través de un sistema determinado el derecho a explotar ese recurso, el titular de dicha concesión toma decisiones de inversión, contratación y financiamiento sobre la base del derecho concedido, su plazo, causales de caducidad y reglas para su renovación o pérdida. ¿Significa esto que el Estado no puede cambiar las reglas del otorgamiento de las concesiones, que los derechos otorgados están “petrificados” y que se deberán mantener a cualquier costo? Claro que no. La regulación, sobre todo en el caso de los recursos naturales, debe poder adaptarse; la autoridad, en virtud de su función de tutelar los intereses públicos involucrados (económicos, ambientales, sociales, etc.) puede y debe ajustar su explotación y aprovechamiento. Hay opciones: un régimen escalonado de renovación, una indemnización parcial, un ajuste de las cuotas de captura. El punto es que, no se puede pretender que los titulares de esas concesiones asuman todo el costo del cambio regulatorio.

Camila Boettiger

Directora del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa»

Frente a Frente, Camila Boettiger, La Tercera.

 

Bases de la licitación del Transantiago

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Carta al Director: Bases de la licitación del Transantiago

La Tercera, 07 de abril 2018

SEÑOR DIRECTOR:

Sorprende que autoridades del anterior gobierno se manifiesten públicamente tan contrarias al retiro de bases del Transantiago, alegando que perjudica a usuarios y favorece a ciertas empresas. En declaraciones de tono político se olvida que la licitación se detuvo por razones de libre competencia y por un tribunal que nada tiene que ver con la contingencia política. La libre competencia no debe olvidarse nunca: las bases del Transantiago parecían impedir la entrada de nuevas empresas de buses, las mismas que interpusieron demandas judiciales.

Todo proceso de licitación, una vez adjudicado, entrega un monopolio al que gana la concesión, en este caso durante nada menos que 10 años. Por lo mismo, antes de dar monopolios por una década, estay toda licitación debe asegurar que las bases sean competitivas. La competencia es lo que permite adjudicar estos monopolios a las empresas más eficientes, que brinden mayores beneficios a los usuarios, como menores costos y un mejor servicio.

Hoy sería prematuro conocerlas nuevas bases de licitación que presentará el Ministerio de Transportes; igualmente se desconoce si habrá prórrogas a los contratos existentes que pudiesen beneficiar a actuales operadores y se desconoce -lo que es altamente improbable- si el nuevo gobierno se tomará los mismos dos años y medio que se tomó el anterior para la elaboración de bases. Lo que sí consta es que las bases que retiraron levantaban muchos cuestionamientos en materia de libre competencia y, de ser así, ello hubiese perjudicado a los usuarios. Me parece que es momento de elevarla calidad del debate.

María Elina Cruz Tanhnuz

Directora ejecutiva del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa UDD

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Un Estado al servicio de los ciudadanos

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La Tercera

 

Screen Shot 2018-01-03 at 12.58.53 PM¿Cuántas veces le ha pasado que una determinada repartición pública le solicita antecedentes que debe generar otra repartición pública? ¿O que le vuelvan a pedir documentos que usted ya ha entregado en otros servicios, en etapas previas de un determinado trámite? ¿Cuántas veces hemos realizado una gestión en forma presencial ante un servicio público en circunstancias que ésta podría haberse realizado en línea? La respuesta es que esto nos ocurre con bastante frecuencia, y la música de fondo que resuena cada vez que nos enfrentamos a estas situaciones es la de una desagradable ironía: ¿No estamos en la era digital? ¿Cómo puede ser que los servicios públicos actúen como islas sin interconexión, dificultando la vida de las personas y el desarrollo de instituciones y proyectos?

En materia de modernización del Estado, y entre las muchas artistas que han de abordarse respecto de este complejo tema, la atención al usuario debiera ser una prioridad. Generar condiciones, con el mayor sentido de oportunidad, para que las personas y empresas (grandes, medianas, pequeñas y micro) perciban al Estado como uno más cercano y reciban de éste una prestación de servicios de calidad y eficiente, es esencial y constituye, posiblemente, una de las reformas más relevantes que deba llevar a cabo la nueva administración. Y las razones de su importancia son bastantes intuitivas: la “realización de trámites” afecta muchos aspectos de la vida de las personas, y en muchas etapas de ésta, cuestión que también es válida respecto de la creación y desarrollo de las instituciones, empresas, emprendimientos y proyectos. En términos de costo oportunidad, implican una alta inversión de tiempo y recursos que sin duda estarían mejor aprovechados si el Estado se planteara al servicio de los ciudadanos.

Acometer este aspecto de la reforma del Estado requiere de una voluntad persistente y un compromiso transversal de todos los sectores políticos. Requiere de gran convicción para hacerse cargo de diversas problemáticas, entre las cuales resulta imperativo revisar -y probablemente reducir- la multiplicidad de servicios existentes y ciertas exigencias que hoy resultan obsoletas, simplificando la malla organizacional del Estado, como así también la regulación; precisa de la evaluación de la calidad y formato de la información disponible en los servicios, de la interconexión de sus plataformas y una mayor coordinación institucional entre ellos; requiere continuar poniendo a disposición de los ciudadanos portales electrónicos o ventanillas web, amigables, de atención al público, al tiempo de avanzar en redes presenciales de atención a lo largo del país;  obliga a generar incentivos correctos para elevar los estándares de servicio en términos de calidad y tiempos de respuesta y de resultados. En suma, se trata de generar un Estado en línea y en el que impere una cultura centrada en los usuarios, de manera que los servicios agreguen valor en esta materia y no signifiquen una traba. Pero además, requiere de mucha nobleza de parte de nuestros gobernantes y legisladores quienes, inspirados en su vocación de servicio público, probablemente no aprovecharán del todo los beneficios políticos de una reforma de este tipo, pero que son conscientes del profundo impacto que esta problemática genera para la ciudadanía. Entusiasma advertir que hoy existe consenso transversal en la clase política, en la academia y entre los cuerpos intermedios de la sociedad respecto a que este asunto debe ser uno prioritario, y que el programa de gobierno del Presidente electo contempla la modernización del Estado como una tarea crucial, que atraviesa su hoja de ruta en La Moneda, en diversas materias, durante los próximos cuatro años.

Creación de valor en las empresas

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TRADICIONALMENTE se ha entendido que el gobierno corporativo de una empresa constituye una herramienta para generar eficiencias económicas, al resolver eficazmente el denominado problema de agencia, mediante la maximización del valor de la compañía, en interés de los accionistas. Bajo esta concepción, no habría cabida para que la administración persiga ‘otros’ objetivos, en apariencia, diversos al mencionado. Sin embargo, la realidad nos habla de otro fenómeno, uno en que los directorios de las empresas habrían superado la regulación persiguiendo, asimismo, otros fines tendientes a la creación de valor para ser sostenibles en el tiempo. A diferencia de quienes estiman que esos ‘otros’ objetivos no están contenidos en lo que legalmente se ha mandatado a la administración a hacer, creo que ellos son parte esencial de dicha misión. La maximización del valor de una compañía no sólo debe entenderse como un objetivo a evaluarse en el corto plazo, sino también en el largo plazo. Visto desde esa perspectiva, los incentivos de la administración cambian y permitiendo nuevas posibilidades. Así, al tradicional foco en los resultados económicos más inmediatos, se adicionarían otros que implican creación de valor en el mediano y largo plazo, lo que redunda en beneficio de los accionistas. A las tradicionales métricas que ponderan los resultados económicos, se han ido incorporando de manera expresa y sistemática (no como acciones aisladas o con efecto ‘marketing’) otras variables tendientes a verificar cuál es el impacto de sus actividades en la comunidad y en sus cliente.

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Sostenibilidad empresarial: un objetivo corporativo

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La Tercera

¿Persiguen las empresas la sostenibilidad como un objetivo corporativo? ¿Por qué hacerlo? En algunas empresas se observa poca disposición a incorporar este objetivo toda vez que se asume que aquel implicaría introducir mayores costos en los procesos productivos (como en otras dimensiones de relevancia para la compañía), sin que ello se traduzca en beneficios de corto plazo para la empresa. Mal que mal, el mandato de la administración, correcto por lo demás, es el de maximizar el valor de la compañía para los accionistas (para ser precisos, la regulación de la relación de agencia entre los dueños del capital y los administradores del mismo no excluye el interés de otros stakeholders en tanto se entiende que están integrados al gobierno corporativo por la vía de acuerdos contractuales –trabajadores, proveedores- o extracontractuales –comunidades, grupos de interés). Se observa entonces que la sostenibilidad empresarial estaría ubicada, para algunos, en las antípodas de la rentabilidad del negocio o de la competitividad de la empresa. Los altos ejecutivos estarían ante una elección: o desarrollan estrategias corporativas y de producción sostenibles (aparentemente caras y no rentables en el corto o mediano plazo) o estrategias empresariales rentables que no disminuyan la capacidad de competir de las empresas. La sostenibilidad empresarial estaría aparentemente divorciada de los objetivos del negocio y correría, para algunos, por un carril separado o paralelo, más parecido tal vez al de la responsabilidad social empresarial (RSE).

Sin embargo ¿Son realmente contradictorios los objetivos? Me parece que no. Y es que en materia de sostenibilidad empresarial no se trata de quien llega primero a cumplir metas socialmente populares que no guardan relación con el interés de la compañía, o de quien tiene más RSE o hace mejor marketing de su RSE. Se trata más bien de adoptar una estrategia corporativa que aborde las diversas dimensiones del quehacer de una compañía, observable, evaluable y revisable de cara a sus accionistas y sus stakeholders. De hecho diversos estudios demuestran que la búsqueda de sostenibilidad empresarial se traduce, en el mediano y largo plazo, en un sin número de innovaciones organizacionales, tecnológicas, de procesos y otras que reditan en retornos para las empresas. Y es que, contrario a lo que pudiera pensarse, el fin de maximizar el valor de la compañía no es contradictorio con la sostenibilidad empresarial. Por supuesto que presenta desafíos e implica que deberán repensarse ciertos modelos de negocios y procesos, pero no se trata de una tarea inabordable o que complote contra el interés de los inversionistas. Una de las ganancias que obtienen las compañías que asumen la sostenibilidad como un objetivo de negocios es que se adelantan a la regulación en la materia. En efecto, ser el primero en “mover la ficha” otorgaría ventajas sustantivas en lo que se refiere a la promoción de la innovación. Las empresas que se anticipan a la regulación, y se guían por los mejores estándares, ganan tiempo para experimentar con proyectos a escala, con nuevos insumos, tecnologías y procesos, aprendiendo valiosas lecciones de dicha experimentación, al tiempo que de ella suelen surgir nuevas oportunidades de negocios. Pero ¿Por qué tendrían las empresas que cumplir con un estándar superior, y no solo el mínimo normativo exigible? La evidencia demuestra que las empresas que se han anticipado, cumpliendo con los mejores estándares globales en materias corporativas y en sus procesos productivos, y que realizan un esfuerzo colaborativo, por la vía de alianzas productivas, no solo han logrado producir ahorros importantes (al beneficiarse de la optimización de los procesos, entre otras), sino que han liderado el camino del cambio y han transformado al regulador en un aliado. En efecto, las empresas que están a la vanguardia en materia de cumplimiento suelen ser aquellas que detectan tempranamente nuevas oportunidades de negocios. El caso de Hewlett Packard, en Europa, resulta ilustrador. El cumplimiento de mejores estándares se transforma así en una oportunidad competitiva y no es una carga.

¡Bienvenidos los estudios de impacto regulatorio! Por Natalia González

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¡Bienvenidos los estudios de impacto regulatorio!

PULSO  03/07/2017

Por Natalia González, Directora Ejecutiva del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa, Facultad de Derecho UDD.

En ocasiones es la propia regulación la que produce efectos distorsionadores en los mercados, lesionando la competencia u otros bienes jurídicos tan atendibles como el que la propia regulación se había propuesto resguardar.

Los mercados que funcionan en condiciones de competencia producen una asignación eficiente de los recursos: el productor ofrece sus productos al menor costo y el consumidor accede a aquellos bienes y servicios que le reportan mayor beneficio.

Mientras más competencia exista, mayor es el incentivo de las empresas a innovar para distinguirse de la competencia y prosperar. La innovación produce incrementos en materia de productividad lo que se traduce en mayor crecimiento y desarrollo para nuestro país. Por todas estas razones, el marco regulatorio resguarda y fomenta la libre competencia, al tiempo que protege a los consumidores.

En ocasiones, no obstante, es la propia regulación la que produce efectos distorsionadores en los mercados, lesionando la competencia u otros bienes jurídicos tan atendibles como el que la propia regulación en cuestión se había propuesto resguardar. Así, en materia de libre competencia, altas cargas regulatorias o exigencias atípicas pueden terminar por generar barreras de entrada para nuevos competidores, con el consecuente perjuicio a los consumidores.

Un reciente estudio de la Fiscalía Nacional Económica sobre el mercado de la alimentación infantil, precisamente, apuntó a los efectos que una determinada regulación estaba causando en términos de reducir la competencia en ese mercado.

Este estudio hace nuevamente visible la importancia de contar con algún sistema o institucionalidad a través del cual el Estado pueda realizar, en forma sistemática, evaluaciones ex ante y ex post de la normativa y legislación. Bajo este sistema se deberían evaluar, en forma previa a su dictación y tras su aplicación, dentro de un plazo razonable, los costos de la regulación, su impacto, eventuales alternativas menos lesivas para alcanzar los objetivos buscados (respecto de otros bienes jurídicos en juego), propender a una mayor eficiencia y eficacia regulatoria, e instar, además, por dar coherencia, oportunidad y pertinencia al cúmulo de regulaciones que empecen a un determinado mercado o actividad económica. Este tipo de evaluaciones o estudios no hace otra cosa que fortalecer nuestra institucionalidad y el funcionamiento de los mercados.

*La autora es directora Centro de Derecho Regulatorio y Empresa Universidad del Desarrollo.

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Nunca es tarde para impulsar el crecimiento

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La Tercera, 30 de junio 2017

Nunca es tarde para impulsar el crecimiento

Por Natalia González, Directora Ejecutiva del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa, Facultad de Derecho UDD.

Dice el refrán que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde. Hasta hace unos pocos años, el crecimiento económico en nuestro país gozaba de cifras alentadoras, de las cuales nos preciábamos. Tan bien estaban las cosas, que pareció ser hora de plantear reformas profundas, las que en todo caso “no afectarían” el crecimiento. El crecimiento seguiría marchando por aquella senda natural, casi obvia, sin interrupciones, o al menos sin que éstas fueran producto de tales reformas. Los escépticos levantaron sus voces; algunos con mayor ahínco que otros, que se aproximaron con cierta timidez o pudor al tema, como si hubiera una contradicción entre crecimiento y preocupación por el gasto social y mayor bienestar. Hasta que de pronto, y sin perjuicio de los golpes externos a nuestra economía, la realidad nos mostró otra cosa.

El sucesivo declive del crecimiento vino nuevamente a evidenciarse: el Banco Central recortó la estimación de crecimiento de la actividad económica para este año. La caída en la inversión, que anotó una nueva contracción anual acumulando cuatro ejercicios seguidos con números negativos, explica en buena parte lo sucedido. Una mala noticia para el país, en tanto que la economía mundial retoma mejores ritmos de crecimiento.

Hoy parece cobrar fuerza la tesis de que debemos relevar la capacidad de crecer, como un factor esencial del desarrollo. O, a lo menos, parece haber mucho menos pudor en esta defensa. Y es que se ha vuelto palpable que el crecimiento tiene un enorme impacto en términos de mejorar el bienestar de las personas. No es el único factor, qué duda cabe, pero no podemos desconocer su relevancia. Sin crecimiento, los aumentos en la tasa impositiva no producirán mayor recaudación, necesaria para hacerse cargo del gasto social y favorecer a quienes más lo necesitan. Sin crecimiento, complejizamos el acceso al empleo, que se vuelve precario, y escasean las oportunidades para emprender -o se torna cuesta arriba- y se genera una sensación de inestabilidad e inseguridad, no deseable, en la clase media.

En este escenario cabe preguntarse, y con mucho sentido de urgencia, qué estamos haciendo al respecto. El sector privado tiene un rol que jugar y debe jugarlo. Ese es el llamado que están haciendo los líderes empresariales. En el caso de las autoridades de Gobierno ¡Qué duda cabe que buscamos señales, tanto de las actuales como de los candidatos a la presidencia! Sin perjuicio de las 22 medidas impulsadas por Hacienda y Economía en 2016 (algunas llevadas a cabo y otras con un avance más discreto), hoy es imperativo dar señales contundentes. La eliminación de trabas para la inversión debe ser un continuo. En otros casos, las señales vienen dadas por cómo se marcan los énfasis y urgencias de ciertos proyectos de ley anunciados o en trámite, que pueden estar afectando la confianza empresarial y de los consumidores. Las señales son clave y deben darse aun cuando resten pocos meses para terminar el Gobierno. Nunca es tarde cuando se trata de buscar mayor bienestar y desarrollo.

Gobierno pide esperar vigencia total de reforma tributaria antes de evaluar cambios

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ADN Radio, 23 de junio.

«No hay nada escrito en piedra, nada ideológicamente fundamental en estos temas», dijo el subsecretario de Hacienda.

Un llamado a dejar que la reforma tributaria funcione en plenitud y se vean sus resultados, antes de proponer cambios, formuló el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, al exponer en el seminario «La Reforma Tributaria: reflexiones sobre su impacto y cómo abordar los desafíos pendientes», organizado por el Centro de Derecho Regulatorio y Empresa de la Universidad del Desarrollo.

La autoridad económica señaló que «la prudencia llama a esperar a que la reforma tributaria esté completamente implementada antes de ver si se requieren hacer cambios para mejorar el sistema», lo que ocurrirá el próximo año.

En todo caso, planteó que «esto no quiere decir que uno no pueda hacer perfeccionamientos de las regulaciones de las leyes de nuestro país hacia futuro».

Agregó que «no hay nada escrito en piedra, nada ideológicamente fundamental en estos temas», pero insistió en la importancia de esperar para comprobar si los cambios realizados cumplen con los objetivos que se trazaron en el diseño de la ley.

El subsecretario, en alusión al aumento de la carga tributaria que estableció la reforma, sostuvo que «cualquier cambio genera inquietud en el corto plazo«, tal como lo han señalado las autoridades del ministerio de Hacienda el año 2015, 2016 y más recientemente. Sin embargo, destacó que «las platas (que se recaudan) no se botan al río Mapocho, sino que se invierten en educación de calidad».

«La integración de los regímenes tributarios puede ser válida, pero no es una simplificación cambiar dos guarismos. Esto tiene un impacto en recaudación», agregó.