Este segundo proceso constitucional tiene por objeto ofrecer una nueva propuesta de Constitución para el país, que se encuentra inmerso en el ‘Acuerdo por Chile’ de diciembre del año 2022, el cual surge como consecuencia del fatídico resultado obtenido hace un poco más de un año, cuando la ciudadanía expresando su voluntad soberana a través de las urnas, manifestó su deseo de rechazar el anteproyecto de Carta Fundamental de la convención constituyente (quizás sea necesario colocar eso).
Sin embargo, este nuevo proceso avanza, ya que el 15 de septiembre se ha dado inicio a las votaciones, en el pleno del consejo constitucional ante las diversas indicaciones aprobadas por las cuatro comisiones de ese organismo, las cuales fueron promovidas por las distintas bancadas con representación al interior de dicho organismo, como a su vez, por la propia ciudadanía, a través de las iniciativas populares de norma.
El inicio de estas votaciones coincide dentro de una semana en que nos encontramos inmersos entre dos momentos cruciales e históricos dentro de la sociedad chilena, como son, el 11 de Septiembre (en alusión al Golpe de Estado de 1973) y el 18 de septiembre (en consideración a la Primera Juntar de Gobierno celebrada en 1810, y que da inicio al proceso de independencia de nuestro país).
En este sentido, es necesario recurrir al profesor Klaus Stern, que en su obra ‘Derecho del Estado de la República Federal Alemana’, sostiene que la Constitución en el Estado moderno debe cumplir con ciertas funciones y objetivos.
Dentro de estas se encuentra el de promover la unidad nacional. Por esta razón, la Constitución debe ser el reflejo no solo de un consenso político entre los actores principales, esto es, los consejeros constitucionales, sino que debe apuntar a ser la expresión de la unificación dentro de un pueblo, que con sus diversas visiones y matices, busca a través del proceso constitucional dotarse de una Carta Fundamental que sea un compromiso generador y conservador de la paz. De lo contrario, se termina convirtiendo en un mero trozo de papel a merced de la fuerza política más fuerte.
Es por ello que la Constitución, sea cual sea esta, no solo debe establecer aquellos aspectos fundamentales, dejando los temas accesorios o secundarios para las leyes o reglamentos, sino que debe apuntar a consagrar en sus disposiciones aquellos aspectos que sean de un amplio consenso dentro de la ciudadanía, no siendo este un texto donde tengan cabida agendas sectoriales, gremiales o representativas de un solo sector político de la nación.
Si bien no existen recetas mágicas parar generar un texto que represente en un cien por ciento todas las sensibilidades y visiones que existen al interior de nuestra patria, se hace sumamente necesario que los diversos representantes ante el órgano constitucional efectúen sus mayores esfuerzos para no solo plasmar en la Carta Fundamental símbolos o elementos de unidad nacional, como son y seguirán siendo, la bandera, el escudo de armas de la República y el himno nacional, sino que también, para convertir en definitiva a la Constitución en un símbolo de la unidad nacional.
Fuente: Diario Concepción