Columna de Opinión publicada el martes 11 de enero por Marisol Peña, Directora de Programas Académicos y Profesora Investigadora del Centro de Justicia Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo, en El Líbero.
Cuando nos enfrentamos al segundo tiempo de un partido de fútbol, lo hacemos con la esperanza de que la suerte nos favorezca en lo que resta. Los más pesimistas creen, en cambio, que “la suerte está echada” y que el equipo que no se ha mostrado prometedor en el primer tiempo, difícilmente logrará repuntar.
¿Cuál es su sensación después del “primer tiempo” de la Convención Constitucional? En lo que a mí respecta, en estas mismas columnas, he manifestado mi preocupación por la cantidad de expectativas que el proceso de participación popular ha despertado (van más de 800 iniciativas populares de norma presentadas), lo que hace suponer que el tiempo límite de un año no alcanzará. A menos que los convencionales se conviertan en súper héroes, no se aprecia cómo lograrán sistematizar todas las manifestaciones ciudadanas que, a mi juicio, debieran ser al menos sopesadas, aun cuando no alcancen la barrera de las 15.000 firmas de patrocinantes distribuidas en cuatro regiones distintas. Y eso que no considero los cabildos ciudadanos que también deberían empezar a operar por estos días. Mi idea se basa, exclusivamente, en la convicción de que dichas iniciativas representan una especie de “termómetro” ciudadano de lo que hoy somos y de lo que anhelamos para el futuro. ¿Cómo no considerarlas más allá de que los estándares internacionales de participación popular exigen que ésta sea “incidente”?
Por otro lado, y más allá de que Agustín Squella calificara como “espectáculo” los hechos que rodearon la elección de la nueva Mesa de la Convención Constitucional, después de nueve votaciones, la preocupación por la dificultad que tienen los convencionales para arribar a acuerdos se ha instalado pensando en lo que podría ser la aprobación de las normas constitucionales conforme a la etapa que se inicia el 7 de febrero próximo.
Seamos objetivos: los propios convencionales constituyentes, de todos los sectores y grupos representados en la Convención han presentado iniciativas de normas que, probablemente, serán aprobadas más allá del quórum exigido de los 2/3 de los miembros en ejercicio de la Convención. Se trata de temas necesarios, propios de las exigencias de hoy y que no debieran causar desavenencias como la consagración del derecho de acceso y conectividad digital, así como la responsabilidad del Estado en torno a una acción climática justa incluyendo la protección de la atmósfera.
Sin embargo, entre las mismas iniciativas presentadas por los diversos grupos de convencionales existen aproximaciones muy diferentes en lo que se refiere, por ejemplo, al establecimiento de una forma de Estado plurinacional con plena autodeterminación de los pueblos originarios, la consagración del derecho a técnicas de reproducción asistida o el estatuto constitucional aplicable a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública.
¿Cómo se va a jugar este segundo tiempo del partido si los jugadores ya vienen de un primer tiempo desgastador y si se considera que este segundo tiempo es más que la otra mitad del partido? Estamos, en efecto, frente al tiempo decisorio y definitivo donde además se juega sin árbitro. Por lo demás, la crisis de confianzas recíprocas que hemos observado en la última semana tampoco permite abrigar muchas esperanzas en un método de autocomposición entre los miembros de la Convención, pese a los buenos deseos de la Presidenta y Vicepresidente recién asumidos.
Y aunque hoy estemos en la galería y no en la cancha, la respuesta definitiva la tenemos usted y yo en el denominado “plebiscito de salida”.