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La Hoja en blanco, por Sergio Verdugo

Carta al Director publicada el pasado sábado 12 de septiembre, en el diario La Tercera.

SEÑOR DIRECTOR

El argumento para sostener que la Constitución será redactada sobre una «hoja en blanco» se suele asociar con el quorum con que la convención (mixta o completamente electa) deberá adoptar sus decisiones: dos tercios de sus miembros en ejercicio. Algunos entienden que, si no se alcanza dicho quorum, entonces las normas propuestas se entenderían rechazadas. El resultado sería el silencio constitucional en dicha materia. Otros han sostenido que el nuevo texto constitucional debiera ser aprobado en su conjunto. Además, existirían contenidos esenciales sin los cuales no podría producirse un nuevo texto constitucional. ¿Quién tiene razón?

Es cierto que no existe una regla por defecto que pueda suplir el silencio. Esto es relevante, porque le impide a una minoría utilizar su poder de veto, favoreciendo el statu quo. Pero también es posible que una mayoría inferior a los dos tercios utilice su poder de veto para que ciertas cuestiones sean resueltas por mayoría simple, mediante leyes ordinarias. Ello podría burlar el acuerdo político de dictar normas constitucionales por dos tercios. Además, es importante que los convencionales no voten las normas exclusivamente de manera individual, ya que ello podría producir un texto inconsistente. Las normas deben revisarse continuamente, procurando armonizar las distintas partes del nuevo documento.

Para administrar esta tensión, es indispensable que las facciones al interior de la convención logren mantener un clima de acuerdos que se traduzca en, al menos, un consenso inicial en la estructura que tendrá la nueva Carta Fundamental. Además, podría ser útil que todos asuman un compromiso con lo siguiente: la hoja en blanco 1) no existe y 2) no debe existir. 1) No existe porque es inevitable que las percepciones de los redactores del texto relativas al funcionamiento de las instituciones vigentes al momento de su redacción influyan en la norma que escriban. Y 2) la hoja en blanco no debe existir, porque no sería deseable que los redactores dejen de considerar las lecciones que deja nuestra historia política y eviten preservar en el nuevo texto lo mejor de nuestra tradición constitucional.

Sergio Verdugo Centro de Justicia Constitucional, UDD Doctor en Derecho, NYU