Columna de Opinión publicada en La Segunda este viernes 06 de agosto por Camila Boettiger, profesora investigadora del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa, sobre el cambio climático y la megasequía por la que está pasando el territorio nacional.
Camila Boettiger Philipps Centro de Derecho Regulatorio y Empresa UDD
Empezamos agosto con un clima primaveral; los cerros de Santiago no alcanzaron a enverdecerse y ya se acabó el invierno. En Chile y en el resto del mundo, el cambio climático ya no es una amenaza, es una realidad. En nuestro territorio la megasequía, con la disminución de las precipitaciones y aumento de temperaturas, será probablemente una situación más permanente que ocasional. Modificar nuestra utilización del agua es, más que nunca, urgente. ¿Estamos haciendo lo suficiente?
Para el consumo humano, se dice que el abastecimiento para las grandes ciudades está asegurado, pero ¿a qué costo? Es tan importante regar los cultivos agrícolas para alimentación como el consumo doméstico. ¿Qué medidas estamos tomando para disminuir el consumo del agua en Santiago, que absorbe el 80% del caudal disponible del Maipo? ¿Es razonable seguir regando jardines o áreas verdes con agua potable? ¿La tarifa sanitaria refleja la escasez del recurso? ¿Sentimos en las grandes ciudades la desertificación como en las zonas rurales, muchas de las cuales se abastecen mediante camiones aljibe? Parece que no.
En cuanto a la agricultura, se anuncia la construcción de embalses, obras de infraestructura que requieren mucho tiempo y costos. ¿Con qué agua los llenarán? ¿Qué incentivos hay para soluciones técnicas como infiltración de aguas lluvias, recarga de acuíferos, reutilización de aguas grises o servidas? ¿Existen políticas o programas para hacer más eficiente el riego o realizar cambio de cultivos con un menor consumo de agua? ¿Se impulsará la desalación en la zona central? ¿Cómo se integrará esa actividad en la provisión de agua, para recuperar los sistemas hidrológicos que están virtualmente secos? ¿Vamos a dejar algo de agua en los cauces para mantener los ecosistemas de los ríos?
Es necesario hacer un cambio en el enfoque con el que nos aproximamos a este recurso esencial; tener consciencia de la escasez y actuar en consecuencia, tanto la autoridad como los usuarios. La pregunta ya no es cuánto caudal podemos sacar de una fuente, sino cuánto debemos dejar o recargar en ella. Mientras sigamos confiando en la próxima lluvia, con soluciones temporales y garantizando el consumo urbano sin dar señales claras a la población de la gravedad de la situación, avanza el desierto.