Señor Director:
Para el Día Mundial del Agua 2024, la ONU eligió el lema “Agua para la paz”, explicando que “el agua puede crear paz o desencadenar conflictos. (…) Cuando el agua escasea o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países”.
Esta frase es muy aplicable a la situación actual y futura en Chile. Con un cambio climático que trae menos lluvias y más altas temperaturas, además de la mayor demanda de usos y la necesidad de preservación ecosistémica, la tensión entre estos usos alternativos sólo crece. ¿Nos estamos haciendo cargo de ese problema? ¿Nuestra regulación, infraestructura y conductas, están alineadas para mejorar la gestión de los recursos hídricos y evitar conflictos? Es difícil contestar afirmativamente, a pesar de la reforma al Código de Aguas de 2022, que cambió significativamente la regulación de los derechos de aprovechamiento de aguas. Quizás, como muchas veces, se pensó que un cambio legal arreglaría el problema; quizás llegamos muy tarde, o no se ha implementado completamente.
Los problemas en torno al agua no se solucionan, se gestionan; requieren de una acción conjunta de múltiples instrumentos, disciplinas y técnicas. Pero, sobre todo, de una actitud cooperativa, dialogante y más responsable de todos los actores para evitar conflictos, a través de compromisos y negociación. Sólo así avanzaremos a una gestión integrada y sostenible del agua, cada vez más escasa y necesaria.
Camila Boettiger P.
Profesora investigadora del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa
Fuente: La Segunda