Hace rato que se acabó el tiempo del Gobierno para cometer errores o desprolijidades. Seguir por esa ruta no solo nos hará retroceder en todos los ámbitos posibles, sino que también traerá más miseria, más rabia, y más violencia.
Estos días hemos visto cómo el Presidente y su Gobierno han debido hacer frente a tormentas que, muy probablemente, no tenían consideradas cuando asumieron el cargo.
Chile se encuentra en un momento difícil; no es ni un secreto ni una novedad. Para buscar una salida se requieren autoridades con convicción y espíritu de servicio, que dejen de lado ideologías y busquen solamente el bien del país y de sus ciudadanos; recordando que, para tener una vida digna y feliz, se requiere más que buenas intenciones y discursos robustos. Lamentablemente, las personas no nos alimentamos de palabras.
Todos los gobiernos tienen fortalezas y debilidades, así como tienen derecho a equivocarse para aprender. Pero cuando se es Presidente de la República, el espacio para cometer errores es más bien restringido, y se va agotando. Es que las consecuencias de sus decisiones son muy relevantes, lo que hace que el potencial para causar daño sea muy grande.
El Gobierno está pronto a cumplir un año al mando, y no se ve que haya logrado algo esencial al momento de gobernar: aunar las fuerzas políticas para lograr acuerdos transversales y potentes, que permitan de una vez por todas retomar el camino de crecimiento, para poder avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Esto no puede seguir haciéndose sobre la base derecha-izquierda. Ese juego quedó obsoleto hace unos años.
En el año 2023, un buen político no es aquel que impone sus ideas, sino aquel que logra hacer que las distintas posiciones encuentren puntos comunes y puedan conciliar. Esto es una habilidad, que se espera de todos los presidentes. Si sus ministros no logran hacerlo en su representación, tendrá que hacerlo él mismo, si es necesario, porque cuando nos urgen acuerdos en, a lo menos, seguridad, pensiones, salud y educación, no hay lugar para equivocaciones.
Por eso, hace rato que se acabó el tiempo del Gobierno para cometer errores o desprolijidades. Seguir por esta ruta no solo nos hará retroceder todavía más en todos los ámbitos posibles, sino que también traerá más miseria, más rabia, y más violencia.
Esta cadena (errores, miseria, rabia, violencia, retroceso) está desatada. Es fundamental cortarla antes de que sea demasiado tarde, porque pensar que más tarde tendremos tiempo de solucionar las embarradas que dejemos, es un tremendo acto de inmadurez.
Hay cosas que sencillamente no se pueden recomponer, y errores que se pagan muy caros, ya sea económica o emocionalmente. Sumemos a eso la injusticia que se produce cuando es el Gobierno el que comete errores, porque somos los ciudadanos los que pagamos por ellos. De ahí la rabia, ¿no?
Cada día que pasa, el Presidente tiene menos tiempos para cumplir las promesas de campaña que lo pusieron en el cargo. Ojalá entienda a tiempo que los indultos no son la razón por la cual fue electo.
El Presidente fue elegido para conducirnos por un camino de unidad, crecimiento y seguridad. Porque dejar un país tal como se recibió, sin tener la capacidad de introducir los cambios que se querían cuando se estaba en campaña, podrá ser una desilusión. Pero entregarlo deteriorado es, simplemente, inaceptable.
*Francisca Labbé es abogada. Centro de Derecho Regulatorio y Empresa. Universidad del Desarrollo