Columna de Opinión publicada este viernes 10 de septiembre en El Líbero por Francisca Labbé, profesora investigadora del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa de Derecho UDD, a raíz de las críticas que ha recibido el Banco Central luego de que este diera a conocer en su Informe de Política Monetaria el alza en la tasa de interés.
Funar a quien hace bien su trabajo es bastante fácil, especialmente si lo hacemos escondidos detrás de pantallas y redes sociales. A veces lo hacemos por maldad, otras, por ignorancia de cuál es el rol que cada individuo o institución está llamado a cumplir en la sociedad.
Así como el pueblo lo formamos todos, el Estado se conforma por todas sus instituciones. Para bien o mal, cada una cumple un rol. De esta manera se va formando un engranaje, en donde cada pieza debe realizar su labor para que el mecanismo funcione, y las atribuciones de unos y otros se controlan entre sí.
El Banco Central es una institución del Estado. Su rol es mantener la estabilidad de la moneda, es decir, controlar la inflación. No es una tarea menor, puesto que busca evitar caídas fuertes en los ciclos económicos, las que afectan directamente el bolsillo de todos nosotros. Como dijo Mario Marcel, “no hay nada más inhumano en la economía que la inflación”. Veamos por qué.
Sabemos que inflación es el alza sostenida de los precios. Su consecuencia directa es que el peso chileno se desvaloriza. Así, lo que en julio de 2020 costaba $100.000., por el solo efecto de la inflación, hoy cuesta $104.538.-
La pregunta del millón entonces es ¿por qué, si la vida hoy es más cara que antes, es humano que el Banco Central suba la tasa de interés? La respuesta es simple: para controlar la inflación, es decir, para intentar evitar que los precios sigan subiendo, al hacer que el crédito sea más caro, evitando así que todos nos endeudemos sin justificación necesaria y salgamos a comprar bienes y servicios que otros pueden necesitar. En palabras más técnicas, el Banco Central sube la tasa de interés para evitar que suba descontroladamente la demanda, sin que se produzca el aumento correspondiente en la oferta, de manera de evitar escasez y por lo tanto, aumento en los precios.
El Banco Central está cumpliendo un rol importantísimo dentro del Estado. Cuando los poderes políticos se dedican a entregar y entregar billetes de manera descontrolada, lo natural es que el Banco Central salga a defender el valor del peso chileno. Es su deber; para eso existe. Su rol es ser el contrapeso del enfoque político en materia de política monetaria. Su existencia es fundamental, tanto así como lo son su autonomía e independencia. Porque, contrariamente a lo que algunos piensan, la inflación no afecta solo el bolsillo de las “7 familias ricachonas”. Es precisamente todo lo contrario: afecta a quienes no tienen de donde sacar para pagar la diferencia de $4.538.- que se ha venido generando por efecto de la inflación desde la fecha del primer retiro de fondos de las AFP.
Ahora bien, tenemos que recordar que cuando hay inflación no solo se devalúa el dinero de las personas, el del Estado también lo hace. Esto significa que cada programa de política social al final del día sale más caro.
El Banco Central, órgano esencialmente técnico, nos dio una lección estos días: a pesar de ser impopular y, arriesgándose a ser funado o a pagar costos políticos, adoptó la medida correcta. Puede que la decisión nos duela un tiempo, pero solo así es posible esperar un mejor futuro.
Para que pueda seguir cuidando el bolsillo del pueblo de Chile, el Banco Central debe seguir siendo autónomo e independiente. De lo contrario, no existirá freno alguno al poder político de turno.