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Ha concluido la globalización y vivimos el mundo globalizado. Terminó un proceso de reducción de dos factores, propios del mundo tridimensional: Espacio y Tiempo. Sin embargo, contradictoriamente hoy nos faltan Espacio y Tiempo. Hemos cambiado los medios por los fines, la tecnología es un medio, pero que, sin embargo, se ha independizado de su propio creador, el hombre, y esta autonomía sin control crea situaciones de riesgo que el derecho debe prevenir. Hemos puesto la tecnología y la máquina, al igual que en el siglo de la industrialización, por encima del hombre. La cátedra de la Filosofía (del Derecho), hoy por hoy vista como anticuada y obsoleta, es más relevante que nunca para contrarrestar el efecto alienante de la postmodernidad. La tecnología y el positivismo alejan en su forma de ser al alumno de sí mismo y del entorno y no enseñan a reflexionar, ni dan respuestas a las grandes preguntas filosóficas que siguen siendo las mismas hoy por hoy. Se debe enseñar a razonar, reflexionar, profundizar y no solo mediante medios tecnológicos trasmitir información. Además al avance tecnológico se asocian otros males aún no del todo abordados, como por ejemplo la “especialización llevada al extremo”.