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Respecto a los perros asilvestrados en Chile

Transcurridos dos meses desde el rechazo del proyecto de ley que buscaba legalizar la caza de perros asilvestrados en nuestro país, me parece que es el momento adecuado para aterrizar el tema y observar con ojos críticos esta gran problemática que, como bien es sabido, aqueja enormemente tanto a personas, como a la fauna nativa de Chile.

Primero que todo, es importante saber ¿Qué es un perro asilvestrado?, pues bien, perro asilvestrado puede ser definido como aquel cánido descendiente de perros callejeros, es decir, se trata de un animal cuyo nacimiento y desarrollo se ha dado lejos del ser humano, por lo tanto, es tenido como una nueva especie de perro (para algunos incluso como especie exótica). Se diferencia del perro callejero, en que este último es un animal doméstico que se escapó o fue abandonado por las personas. El perro asilvestrado, a diferencia del callejero, al no tener cercanía con la gente, sobrevive por sus propios medios, incluso llegando a formar manadas para así hacer más fácil la tarea de encontrar alimento y agua. Es aquí donde comienzan los problemas, puesto que, en centenares de ocasiones, las víctimas de su ferocidad causada por el hambre, por el instinto de sobrevivir, son las especies nativas, como huemules, pudúes, zorros, chungungos, aves costeras, entre otros, todas ellas especies que, además, se encuentran en peligro de extinción. A modo de ejemplo, quiero recordar lo señalado por la directora del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción, la Dra. Paula Aravena: “entre 2023 y lo que va de 2024, han ingresado 39 pudúes al recinto, de los cuales 17 (44%) han ingresado por ataques de perros. De ellos, sólo sobrevive el 20%”.

Las víctimas no son solamente los animales, el MINSAL señaló en noviembre del año 2023, en una de las sesiones de la comisión de Agricultura en que se vio el proyecto de ley, que anualmente 50 mil personas sufren mordeduras de perros a nivel nacional, de los cuales el 50% son animales sin dueño, algunos callejeros y otros ya dentro de la categoría de asilvestrados.

Aun así, teniendo en claro lo grave de la situación y con la ley ya rechazada, considero que tener como solución el legalizar una matanza de perros es triste e inhumano. Se trata de una solución poco pensada y además de última ratio. Una solución momentánea que ataca la última etapa del problema, pero no su origen ni su desarrollo, donde es evidente que la irresponsabilidad de las personas jugó un rol fundamental para el florecimiento de la problemática.

La solución más atingente en la que puedo pensar, que no sea a largo plazo -porque también se requiere proteger a la fauna víctima de toda esta situación- y considerando también que un perro asilvestrado ya no puede ser domesticado, es la creación de un órgano especial, dependiente del Ministerio del Medio Ambiente, encargado de la captura de estos ejemplares, como también de los perros callejeros (para acabar con el ciclo) y mantenerlos resguardados en un recinto con las condiciones adecuadas.

También, como una medida preventiva, podría ser la prohibición de la tenencia de mascotas a los vecinos más cercanos de parques nacionales o reservas naturales.

Y como el principal culpable de todo esto es el ser humano, en especial aquel dueño o dueña irresponsable que abandona a sus mascotas o que por negligencia se le escapan, modificar la ley 21.020 sobre tenencia responsable, aumentando las multas y considerar seriamente la aplicación de penas privativas de libertad.

En fin, los legisladores tienen un año para presentar un proyecto de ley sobre esta materia, tiempo considerablemente suficiente para estudiar todos los factores, planes de ejecución de la ley y sus significativas consecuencias en beneficio de nuestra tan admirable fauna silvestre.

Alberto Valenzuela, Alumni MDA