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Capacidad de carga: La dura realidad del conflicto ambiental | Pedro Álvarez Olivari

Capacidad de carga: La dura realidad del conflicto ambiental

Querida Comunidad Ecológica: Tenemos que hacer algo que no nos va a gustar, probablemente el peor eslogan político que se podría esbozar para una campaña, sin embargo, una realidad que debemos enfrentar si efectivamente queremos frenar el avance del cambio climático y, por cierto, la pérdida de servicios ecosistémicos claves para sostener la vida sobre el planeta.

La capacidad de carga es un concepto que hace referencia a la capacidad de un ecosistema para proveer recursos a una especie de manera que esta se pueda sostener en el tiempo o en nuestro caso proveer de servicios ecosistémicos y poder absorber la contaminación que generamos sin sufrir los perjuicios de la misma. Superar la capacidad de carga para cualquier especie, implica una disminución en su población desde una población de bacterias en una placa Petri hasta nosotros como especie.

Siendo esta capacidad la que define la cantidad de seres humanos que pueden habitar en el planeta con una determinada tasa de consumo y un nivel t de tecnología, tecnología que permite aumentar la capacidad de carga del planeta  en la medida que la tecnología hace más eficiente algunos procesos, y por otro disminuye la contaminación.

Capacidad de carga = Cantidad de seres humanos en el planeta X Tasa de consumo X Tecnología disponible

Durante los últimos años, se han realizado esfuerzos coordinados para detener la crisis climática, es decir, evitar llegar al límite de población impuesto para el planeta por nuestra especie. Sin embargo, estos esfuerzos parecieran ser infructuosos e insuficientes a la luz del último informe del IPCC, y la verdad de las cosas es que nos mentimos a nosotros mismos pensando que vamos a alcanzar la sustentabilidad al ritmo de crecimiento poblacional que llevamos y con las expectativas de consumo que se encuentran en cada uno de nosotros. Mentira que tal vez, se materializa como la sublimación inconsciente de nuestra naturaleza hedonista que busca el placer, la familia y un gen tal vez egoísta, de querer estar presentes a toda costa en la descendencia.

Es así que bajo una creciente tensión internacional producto del choque de potencias y la inminente necesidad de un nuevo contrato global socio ambiental, esta carta es una reflexión a reformular el paradigma filosófico que nos permita generar actos de profunda solidaridad alejándonos de la naturaleza de las especies de nuestro planeta: redefinir la relación entre el individuo y lo colectivo; ser capaces de auto regular nuestras pulsiones individualista calmando una ansiedad colectiva por el crecimiento económico en miras de focalizar la política en el bienestar, sin perjuicio al rol fundamental que tiene la producción de bienes y servicios para cualquier sociedad; no sucumbir frente a las voces que la naturaleza humana es inmutable, egoísta y que el modelo económico no es más que la consecución natural de las pulsiones humanas intrínsecas, que el que tiene no va a compartir y que la acumulación nunca es suficiente.

En este escenario pareciera inminente una nueva institucionalidad global, no solo por los conflictos  políticos y culturales, sino también por el conflicto ambiental. Sin embargo, creo que la verdadera pregunta de nuestra época es si daremos el salto cultural antes o después de la catástrofe, nuestra naturaleza y la historia dirían que será después, pero una apuesta interesante sería sobrepasar la inercia evolutiva haciéndonos cargo de nosotros mismos, transitar de ser adolescentes a adultos.

Pedro Álvarez Olivari
Ingeniero Forestal
ALUMNI MDA

* Las opiniones señaladas en este documento son de exclusiva responsabilidad del columnista y no representa la opinión de la Universidad del Desarrollo.