Una decisión poco común fue la que tomó Rafael Donetch para este verano recién pasado. En lugar de aprovechar la calidez de la estación y descansar, prefirió vivir el duro invierno de Cincinnati en Estados Unidos.  Es que su ambición por perfeccionar el idioma inglés y vivir la experiencia del intercambio fue mayor a cualquier intención de ocio en las vacaciones.

Rafael, alumno de quinto año de Derecho,  viajó el 31 de diciembre de 2013 al estado de Ohio para estudiar en la Universidad de Cincinnati: allí cursó y aprobó los ramos de filosofía del derecho, procesal penal americano e historia norteamericana.

A pesar del intenso frío, “muy distinto al que estaba acostumbrado” según nos comenta, afirma que ésta “fue una experiencia muy buena y entretenida. Aprendí mucho de la vida, a vivir sólo en otro país. Conocí mucha gente de distintas partes del mundo, principalmente de Europa”.

Pero no sólo debió lidiar con las bajas temperaturas, además lo tuvo que hacer con el sistema educativo, ya que es bastante distinto al chileno. “Me tuve que acostumbrar a preparar las clases y a leer la materia antes de asistir”.

La metodología de estudio de los norteamericanos consiste en que, a principio del semestre se entrega el programa completo de la asignatura con la bibliografía del curso, con todas las fechas de pruebas, materias y son los alumnos los que deben seguir esta pauta. “Son súper ordenados, respetan el programa y si no preparas las clases, uno queda colgado y no puedes participar”.

La evaluación del ramo se asigna por puntaje, todo el curso tiene cierta cantidad de puntos: dos exámenes (tipo ensayo), un trabajo de investigación y controles. “Afortunadamente me acomodé bastante bien, si bien es más exigente te daban más libertad”.

“Tenía clases todos los días, sólo en las mañanas. Las tardes eran libres, estaba un poco restringido por el clima, así que iba al gimnasio, al cine de la Universidad, a ver el basquetbol universitario o al conservatorio para escuchar los conciertos. Además de salir a comer y tomar una cerveza”.

Para vivir, Rafael cuenta que dormía en los “dorms” de la Universidad que estaban dentro del campus. “El mío estaba justo al frente, cruzando la avenida principal. Compartía pieza con un australiano y un singapurense, quienes estaban en el mismo programa de intercambios que yo. Era un “dorms” cosmopolita, como lo llamaba yo, ya que había un representante de Asia, Oceanía y Sudamérica”, cuenta orgulloso.

Al preguntarle qué es lo que más rescataría de esta experiencia, afirma que lo más importante es “conocerse más a uno mismo”. El aprender a vivir sólo y a solucionarse los problemas, lo llevan a uno a valorar lo que tiene.

¿Lo recomendarías?

“Por supuesto, recomendaría que se estudie y se evite hablar español, que se aproveche de conocer EE.UU., es un país impresionante conocí mucho de él: Annapolis (Meryland), Boston, Chicago, Nueva York, Florida, Columbus y Washington. Finalmente, agrega,  casi no hay tiempo para sentirse sólo, ya que te sientes apoyado por la Facultad, que están ahí para lo que necesites”.